La tormenta nos había impedido
pasar el día en los jardines, correteando como niños de cinco años,
persiguiéndonos hasta quedar agotados por el esfuerzo; en el lago, bañándonos,
salpicándonos. La tormenta nos había obligado a refugiarnos en la mansión, condenados
a jugar a estúpidos pasatiempos, como el ajedrez o los naipes.
La
cena había tenido lugar bajo la luz de las velas, en el gran comedor. Habíamos
tomado pavo y leído poemas. La compañía era grata – o casi– pero el
aburrimiento empezaba a carcomerme por dentro.
A Mary y Claire
les asustaban las tormentas. Shelley y yo nos reíamos a cada brinco que estas
pegaban, con el corazón en el puño. John, él, tomaba el té en el gran sillón,
cerca del crepitar del fuego. ¿Los demás? En sus aposentos, o en cualquier
lugar; lo único seguro es que se encontraban lejos de mi vista. La chimenea
iluminaba la estancia con un leve resplandor.
–
¡Tengo una idea! – dije emocionado, acercándome al sillón de John y apretando
el hombro de este último con una enorme sonrisa dibujada en la cara.
–
No vamos a salir corriendo bajo la lluvia, Byron – contestó Shelley
apresuradamente –. Ni permitir que nos parta un rayo, si es lo que quieres.
–
Y de bañarnos en el lago, ¡ni hablar! – puntualizó John, que seguía removiendo
su té. Mary puso los ojos en blanco y siguió charlando con Claire. Esta última
me dedicó una pícara mirada.
–
No, amigos – contesté, levantando las manos con afán de tranquilizarlos –. Hay
que ver el concepto que tenéis de mí. No. Se me ha ocurrido que, dadas las
condiciones atmosféricas, realicemos una actividad acorde a los rayos y truenos
que acechan estos muros.
–
¿A qué te refieres? – preguntó Mary.
–
Propongo – proseguí, con una pausa dramática de por medio – que cada uno haga
lo que mejor sabe hacer: escribir. John, no te ofendas, eres un médico maravilloso;
algún día escribirás algo digno de ser apreciado por mí – Polidori miró su taza
de té y casi parecía querer destrozarla con la mirada. Seguí –. Propongo que
cada uno escriba una historia de terror, y la más terrorífica se llevará el
premio.
–
¿Y cuál es el premio? – Preguntó Shelley – ¿Qué ganamos?
–
¿Respeto? – John puso los ojos en blanco –. No, sería demasiado generoso por su
parte, Lord.
–
Ganamos… – empecé, haciendo caso omiso al comentario de mi médico, y pensándome
el premio cuidadosamente –, ganamos… Lo que todos deseamos en estos momentos. ¡No
salir fuera! – Ante la mirada de incredulidad de mis camaradas, continué con mi
delirio – Así es: los perdedores deberán salir bajo la lluvia a realizar lo que
sea que el ganador desee. Chicos, id calentando porque siento la victoria muy
cerca – reí.
–
No sé yo, Byron – Shelley me miró con espanto –. No soy muy dado a los relatos
de terror. ¿Por qué no escribimos poesía?
–
Vamos, amigo. Será divertido – lo exhorté.
–
Divertidísimo – replicó Polidori de un tono irónico.
–
Yo me apunto – señaló Mary con una vocecita tímida, temiéndose lo peor.
–
¡Genial! ¡Está decidido! – Grité eufóricamente – Nos vemos dentro de unas
cuantas horas, camaradas. El tiempo comienza ¡ya!
Me
apresuré de salir de aquel salón, que se estaba llevando mi alma. Me dirigí a
mis aposentos y allí, pluma en mano, me senté en mi escritorio y empecé a garabatear
palabras sin sentido. Por primera vez desde hacía tanto tiempo, ninguna bella
palabra salió de mi pluma. Por primera vez en mucho tiempo, no fui capaz de
escribir.
Toc, toc.
– Lord Byron –
escuché que me llamaban –, soy yo, Claire.
Suspiré
y no contesté, pero al volver a mirar aquel papel manchado de tinta reconsideré
la oferta todavía no formulada en voz alta: Pasa,
querida.
Reivindicando Blogger: Todos nosotros, ven y conócenos
Me gustó el riesgo que tomate al poner a Byron de personaje, y la elección de una historia que estoy segura de que a más de un@ le hubiera gustado conocer desde adentro ;)
ResponderEliminarAay Victoria pero que bonito escribes!! Me gusta mucho tu relato :)
ResponderEliminarMuchos besitos
Angie
Me ha encantado, de verdad. Es un gran homenaje a la noche de la apuesta que hicieron, gracias a la cuál existe Frankestein. Lo has escrito de una forma maravillosa y que hayas puesto a Byron de personaje me enamora. Muy bonito y un pedazo de homenaje.
ResponderEliminarEs sencillamente perfecto, de verdad. Un homenaje digno de leer, y digno de recibir, y estoy segura de que Byron estaría encantado de saber qué cosa tan hermosa te ha inspirado. Mi más sincera enhorabuena.
ResponderEliminarUn frío beso,
Emily
Me encanta. Simplemente por recrear aquella noche de fantasmas que tan importante ha sido para la literatura universal. Como amante incondicional de Mary Shelley y Polidori me ha fascinado este relato. Genial tu manera de narrar. Felicidades :))
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias a todos por vuestro apoyo! Y me alegra que os haya gustado :)
ResponderEliminarVic.
B R A V O !! Unha preciosidade, querida miña <3
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