jueves, 17 de octubre de 2013

A MI ROSA

Otoño, 

Sé que intentas ser tú mismo, que buscas tu propia personalidad y no dejas que las bipolaridades y las conveniencias te cambien, o intenten hacerte parecer a ellas. No.

Otoño, 

Tú no estás hecho para encerrarte en un cuarto oscuro, solo y abandonado. Necesitas aire. Sentir el frescor que traes al acabar el verano. Pero en el cuarto oscuro no corre el aire, no entra la luz, te marchitas y tus hojas se caen.

Pero Otoño, 

Tus hojas no pueden caer. ¡Rebélate! No dejes que las demás estaciones ganen esta batalla. No te conformes con ser siempre el perdedor. ¿Por qué la primavera no pierde sus flores? ¿Por qué el verano no pierde su calor? ¿Por qué el invierno no pierde su frescor? ¿Por qué tú sí tienes que perder tus hojas?

Rosas, 

Ellas siempre estarán ahí para apoyarte, para recoger tus hojas y cuidarlas como si fuera el mayor tesoro del mundo. Las hojas son las mejores amigas de las hojas, ¿lo sabías, Otoño? Ahora ya lo sabes. Y aunque tus hojas yazcan en el suelo, sucias y estropeadas, ya no te importa, porque las rosas las cuidarán por ti.

Mi rosa, 

Otoño me ha dicho que promete cuidar de tus pétalos, de tu aroma, e incluso de tu tallo, aunque pinche. ¿Qué más da el dolor? No es nada en comparación con toda una vida viendo sus hojas abandonarlo, alejarse de sus ramas, qué sólo querían abrazarlas.

Es más...

Quiere que tus tallos, con todos sus pinchos, le perforen la carne. No le importa sangrar, porque cicatriza rápido. Otoño me ha dicho, mi rosa, que con el dolor de tus pinchos, sabrá que está vivo, y que tú estás a su lado.



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