Una vez más, el demonio se viste de mujer. De rubios cabellos, esconde sus repintados ojos detrás de unas minúsculas gafas. Adorna su cuello con despampanantes collares y unas clavículas exageradamente marcadas. La ropa se pega a su extrema delgadez, no revelando absolutamente nada de su anatomía femenina. ¿Mujer o tabla de planchar? Esta vez, demonio, corres el riesgo de desaparecer por completo de este mundo con un simple soplo de aire.
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