lunes, 18 de noviembre de 2013

CULPABLE

Cuanto más lo pienso, más sospecho que la culpable de todo soy yo. Ya me lo había avisado mi yo del espejo: «algún día estarás sola». Y ahora miro el espejo, me veo en él, o a quien yo creo que es mi yo; y le digo con voz firme «no estoy sola»; y el reflejo del espejo me mira con una sonrisa torcida, como si desde su lado del cristal tuviese todas las respuestas a mis pesares. A nuestros pesares, pues en realidad somos la misma persona.

 - Sí, estás sola, pero todavía no lo sabes - me dice, con esos ojos de un azul mucho más intenso que mi débil gris.
 - Estás equivocado, reflejo del espejo. No estoy sola, te lo puedo demostrar.
 - Estoy deseando escucharte, pequeña hoja de otoño. Adelante.
 - Está bien - empiezo, descansando las manos sobre las rodillas. Tomo aire profundamente, lo suelto y me dispongo a empezar -. Admito que en poco tiempo he perdido a muchas personas. Personas queridas, que todavía quiero, aunque me duela admitirlo. Son personas que, a pesar de lo malo, me hicieron pasar muy buenos momentos. Los mejores hasta la fecha, me atrevería a decir. Y, espejo, cuanto más lo pienso, más me temo ser lo suficientemente egoísta y mala persona como para alejar a las personas que quiero de mi vida. ¿De verdad soy yo la culpable? De todo lo que perdí, el denominador común era yo en un momento de plena, o casi plena, felicidad. Y del día a la mañana: nada. ¿Qué dices, Reflejo?
 - Te contestaré sinceramente, Otoño. - Mi reflejo me miró, y su mirada, seria, me diolió.
 - Te escucho.



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