Recuerdo aquella época de mi vida en la que mi mente era un pozo inagotable de ideas, de mundos por inventar y descubrir, de historias por vivir, de personajes tan vivos y complejos como la vida misma. Recuerdo aquella época de mi vida en la que no me costaba llenar una hoja en blanco, dos, tres, cientos de hojas en blanco.
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